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El compliance no es tu estrategia de sostenibilidad
Empecemos con una obviedad incómoda: cumplir la ley no te hace sostenible. Te hace legal. Nada más.
Y sin embargo, demasiadas empresas siguen vendiendo su compliance como si fuera una declaración de impacto. Sacan pecho por tener códigos éticos, comités ESG, memorias de sostenibilidad, certificaciones ISO o sistemas de riesgos… mientras siguen operando como siempre. Sin rediseñar procesos. Sin transformar productos. Sin mejorar su impacto real. Solo marcan casillas. Y a veces, ni eso.
Lo peor no es que lo hagan. Es que creen que cumplir es suficiente. Que un informe auditado es transformación. Que un sello es liderazgo. Que estar dentro de la ley equivale a estar en la vanguardia.
La sostenibilidad no se regula. Se lidera. Te lo repetimos claro: el compliance es el principio, no el objetivo.
De la ley al inmovilismo subvencionado
Cómo esconder la inacción detrás de los papeles
¿Sabes qué pasa en muchas direcciones de sostenibilidad? Mucho PowerPoint, poca acción. Mucho reporting, cero transformación. Preparan memorias no financieras, responden cuestionarios interminables, rellenan benchmarks… y cuando preguntas qué ha cambiado en el modelo de negocio, lo máximo que obtienes es un “estamos cumpliendo”.
Traducido: no reducimos emisiones, pero nos felicitamos por medirlas. No transformamos la cadena de valor, pero tenemos un informe de 80 páginas para justificarlo. No generamos impacto, pero sí tenemos una plataforma muy completa con todos los indicadores que pide la ley (ni uno más).
Con la implantación de la CSRD (Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa), más de 5.000 empresas en España deberán reportar su sostenibilidad en 2025. Pero ojo: un informe verificado por auditoría no supone en sí mismo ninguna acción transformadora si el foco sigue siendo cumplir para quedar bien en vez de diseñar sostenibilidad desde dentro.
Lo vuelvo a decir: mucho compliance no es impacto, es inercia con estética.
Las subvenciones no cambian empresas, las anestesian
Otra verdad incómoda: muchas empresas no están invirtiendo en sostenibilidad. Están cazando subvenciones.
Mientras haya fondos europeos, PERTEs, ayudas para descarbonización o digitalización, montan proyectos ad hoc y bailan al ritmo del BOE. Hacen lo justo para justificar la ayuda, no para transformar sus operaciones. Y lo llaman estrategia. Pero en realidad es una estrategia de dependencia.
¿Qué ocurre cuando se cierra el grifo? Que se acaba la motivación. Desaparece el presupuesto. Se desactivan los equipos. Porque nunca hubo visión: solo había financiación.
Seguir operando con la sostenibilidad como un apéndice condicional al dinero público es una receta para el suicidio competitivo. Porque la sostenibilidad rentable no depende de subvenciones; depende de cómo rediseñas tu propuesta de valor para integrar nuevas expectativas sociales, regulatorias y de mercado.
El riesgo real de quedarte en la foto
Puedes ser la empresa que cumple. La que tiene una política para todo. La que contrata al especialista que firma los informes y asiste a las conferencias correctas. Pero mientras tú marcas casillas, tus competidores están rediseñando el tablero.
- Están integrando el ecodiseño como palanca para reducir costes y aumentar márgenes.
- Están descarbonizando procesos, no solo midiendo huellas.
- Están fidelizando talento gracias a una cultura de impacto real, no sólo a eslóganes bonitos en sus memorias ESG.
- Están usando la sostenibilidad como innovación, no como obligación.
¿Y tú? Tú sigues rellenando formularios para la próxima ayuda. Esperando a que la siguiente directiva te diga qué hacer. Jugando a la defensiva. Mirando hacia el retrovisor.
Las nuevas regulaciones (CSRD, Green Claims, LIES) aumentan la presión y desde luego no se pueden ignorar. Pero su cumplimiento solo pone el suelo. El techo lo pone tu ambición. Porque cumplir evita una multa; pero transformar te posiciona donde otros no llegan.
¿Quieres liderar o seguir cumpliendo?
La sostenibilidad rentable no se regula, se diseña desde dentro
La sostenibilidad de verdad no se construye en un PDF. Se construye donde está el margen: operaciones, aprovisionamiento, innovación, marca… y sí, también beneficio económico.
Las empresas rentables son las que pueden sostener su impacto a largo plazo. Como indican expertos como Ángel Pérez Agenjo, estamos entrando en una nueva fase: la profesionalización de la sostenibilidad, con valoración monetaria del impacto y integración profunda en toda la cadena de valor.
¿Qué significa esto? Que ya no se trata de “cumplir con lo que toca”. Se trata de diseñar modelos de negocio que generen rentabilidad e impacto como parte de su ADN. Esa mentalidad no se compra con consultores tick-the-box ni se activa con ayudas públicas. Se impulsa desde la dirección.
O cambias, o alguien te cambia
Una pregunta incómoda para ponerte frente al espejo:
Si mañana desaparecieran todas las subvenciones y las obligaciones regulatorias, ¿seguirías apostando por la sostenibilidad?
Si tu respuesta es no, tienes un problema serio. Estás en modo compliance. No en modo impacto.
Y mientras tú te paras, otros ya están articulando nuevas ventajas competitivas basadas en sostenibilidad real. No porque lo exija Europa, sino porque saben que el mercado, los clientes, los inversores y el talento también lo exigen. Y mucho antes.
Aquí empieza el cambio real
En Impacto Positivo trabajamos con empresas que quieren pasar del reporting con anestesia al liderazgo con resultados. Que entienden que cumplir no es diferenciarse. Y que saben que la verdadera sostenibilidad se mide en ventas, eficiencia, cultura interna, atracción de talento e innovación continua.
Deja de invertir recursos en memorias que no cambian nada. Empieza a diseñar una estrategia que lo cambia todo.
¿Quieres saber cómo hacerlo? Aquí tienes el primer paso.
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